Bebo lo normal: ¿cuánto es lo normal?
Cuando hablamos del consumo de alcohol, es habitual encontrar la idea de “beber lo normal”. Es evidente que las personas que la utilizan se están refiriendo a que beben una cantidad que ellos consideran no excesiva.
El problema es que no hay un sistema métrico objetivo donde podamos consultar con exactitud qué es “lo normal”. ¿Qué cantidades son las normales? ¿Qué bebidas alcohólicas son las normales? ¿Y qué días de la semana es normal beber? O ¿a partir de cuándo una forma de beber ya no es normal?
A nivel psicológico, el concepto de “normalidad” tiene más que ver con la idea de “costumbre”, y por tanto, está relacionada con la repetición, no con la corrección: todo aquello que se repite durante un tiempo llega a crear una costumbre y acaba viéndose como algo “normal”. La capacidad de “normalizar” comportamientos es extraordinaria en el ser humano, y se basa en ese mecanismo de pura repetición. La idea de normalidad puede abarcar prácticas extrañas y extremas.
Es por ello que las ideas de normalidad aplicadas al consumo de alcohol (o de cualquier droga) son muy peligrosas: son muy inexactas, no se basan en ningún tipo de evidencia fiable, y lo más importante, provocan un efecto de acomodación de la persona al creer que lo que consume no es tan preocupante (se quedan más tranquilos pensando que hacen “lo normal”).
¿Cuánta gente bebe un par de cañas y un carajillo todos los días, más cuatro cervezas y cuatro cubatas el sábado? Seguro que muchos lo consideran una cantidad de alcohol “normal”, pero pocos de ellos saben que esa cantidad, equivalente a 280 gramos de alcohol puro a la semana, es lo que la OMS considera consumo de riesgo en hombres. En mujeres, es suficiente con 170 gramos semanales.
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